Perseo, un semidios, hijo de Dánae (una humana) y Zeus (Dios
del Olimpo), era un joven fuerte y hermoso. Su “padre adoptivo humano”, Polidectes, Rey de la isla de Sefiros, se enamoró de Dánae cuando ésta y su hijo fueron salvados por su
hermano Dictis pasando a
ser padre adoptivo de Perseo.
Polidectes intentó enamorar a Dánae pero ella lo rechazó una y otra vez, y él, enojado, intentó hacerla suya a la fuerza. Perseo desde ese momento velaba por ella y no permitía que Polidectes se acercara a ella ni un palmo.
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DANAE Y PERSEO SALVADOS |
Polidectes intentó enamorar a Dánae pero ella lo rechazó una y otra vez, y él, enojado, intentó hacerla suya a la fuerza. Perseo desde ese momento velaba por ella y no permitía que Polidectes se acercara a ella ni un palmo.
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Ama, espera, confía
porque no puede el que vence sin riesgo
decir que vence
(Mercurio anima a Perseo) Calderón de la Barca
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Un día, Polidectes, celebró un banquete al que invitó a sus
amigos y al que también llamó a participar a su hijo adoptivo, Perseo.
En el transcurso de la comida, preguntó Polidectes a sus
invitados qué pensaban regalarle, y ellos acordaron obsequiarle cada uno con un
caballo. Perseo, por su parte, para agradecer al rey el haberlos acogido todo
este tiempo le promete traer la cabeza de Medusa. Así que el rey, ve el momento
ideal para deshacerse del joven y apoyado por Atenea lo anima en el compromiso
de eliminar a Medusa, como prueba de su agradecimiento y su valentía.
A la mañana siguiente, todos los invitados al banquete del
día anterior se presentaron ante Polidectes entregando cada cual el mejor
caballo de sus establos. Perseo, sin embargo, acudió con las manos vacías. El
rey se rió de él y le amenazó diciéndole que si no le traía la cabeza de
Medusa, forzaría a su madre, Dánae, a casarse con él. El joven salió de la
ciudad sin rumbo, desesperado, indignado y cabizbajo.
Al caer la noche, mientras descansaba bajo un árbol,
preocupado Zeus por su hijo le envía a Hermes (su Dios Mensajero) para ayudarlo
y aparece también Atenea, con su propio objetivo que ya conocemos. La Diosa le aseguró que
lograría su propósito utilizando la Astucia, la Constancia y superando las
pruebas, dejando atrás la duda y el miedo antes que usar la fuerza y le entregó
un escudo brillante de bronce. Hermes le entregó una hoz de acero irrompible con
la cual podría degollar a la
Gorgona.
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ATENEA |
Los Dioses le indicaron el camino para llegar hasta
la morada de las tres Grayas (Las Grayas son criaturas Divinas. Estos seres son
tres hermanas que nacieron con el pelo blanco, comparten un ojo para las tres y
un único diente que compartir. Estas criaturas nacieron hermosas y poco a poco
se fueron convirtiendo en mujeres viejas y horribles. Ellas vigilaban la
entrada de la guarida de sus hermanas las Gorgonas. Al tener un solo ojo y un
solo diente, lo comparten pasándoselos la una a la otra por turnos. Aquella a
la que le toca el ojo, monta guardia a la entrada de la cueva mientras sus dos
compañeras duermen).
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LAS TRES GRAYAS |
Cuando Perseo se presentó ante ellas, comenzó a dar
vueltas a su alrededor, entonces, las curiosas ancianas queriendo ver todas al
extranjero empezaron a disputarse el ojo con tal apasionamiento que éste acabó
rodando por el suelo. Así es como Perseo se apoderó de él. Después les dio
fruta fresca y las tres magas se empezaron a pelear por el único diente que
tenían. Al fin se les cayó el diente y empezaron a desesperarse porque no
podían comer.
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HERMES (al fondo),
LAS 3 GRAYAS Y PERSEO CON SU OJO
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Imploraron a Perseo que les devolviera el ojo para poder
encontrar el diente y éste se lo devolvió con la condición de que le indicaran
el camino que conducía a la oculta isla de las Ninfas. Ya que ellas son las
únicas, según dijo Hermes, que les podría dar las sandalias aladas.
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LAS NINFAS ENTREGANDO
A PERSEO LOS MAGICOS OBJETOS
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Las Ninfas acogieron a Perseo con emoción y le entregaron
las sandalias aladas con las cuales podría volar, una especie de bolsa de tela
tejida de manera que podía contener la cabeza de una Gorgona y el casco de
Hades (Dios del Inframundo) capaz de hacer invisible como el alma de un muerto
a quien lo llevara puesto porque con su aspecto viviente no lo podría lograr.
Con estos mágicos objetos, Perseo llega a la recóndita cueva de las Gorgonas.
Perseo en su misión, que en un principio pareciera algo casi
imposible de realizar, tuvo que usar las sandalias aladas que les habían proporcionado las Ninfas. El escudo brillante le prevenía de la mirada de
Medusa de forma que si llegaba a mirarle, pudiera repeler el ataque de la luz
letal de sus ojos utilizándolo como espejo. Por suerte, no tuvo necesidad de
usarlo, ya que esperó a que Medusa se durmiera en su guarida.
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MEDUSA APARENTEMENTE DORMIDA |
Perseo volando
con sus sandalias, logró ubicarse por encima de Medusa cortándole la cabeza en
un solo acto. Perseo, al no fijarse en Medusa, acostumbrada ella a que todos la
miraran petrificados, se enamoró de él tan locamente que ella misma se arruinó
dejándose perder a través de su aparente sueño dormido.
Con este corte, por el medio del cuello de Medusa, salió
abundante sangre y surgieron sus hijos, Pegaso, el potro alado, y el gigante
Crisaor. Sin mirar en ningún momento a los ojos de Medusa, metió la cabeza en
la especie de bolsa o zurrón que tenía y salió huyendo.
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PERSEO CORTA
PEGASO Y CRISAOR
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Las hermanas de Medusa (Esteno y Euríale) persiguieron a Perseo, pero éste con
las sandalias aladas de las Ninfas y el casco de Hades que le hacía invisible,
pudo escapar con el preciado trofeo.
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ESTENO |
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EURIALE |
La cabeza de Medusa fue para Atenea, que la utilizó como
escudo en todas sus batallas, como hizo Perseo en su camino de vuelta para
rescatar a Andrómeda que se la encontró encadenada a una montaña y de la cual
se enamora y, más adelante, cuando llega a su destino y mata a Polidectes.
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PERSEO MATA A
POLIDECTES
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La sangre derramada en la decapitación de Medusa fue
celosamente guardada para fines que sólo los Dioses conocen ya que parte de la
sangre de Medusa podía dar vida y hasta incluso resucitar a los muertos; y que
el resto de ella sembraba muerte.
CONCLUSIÓN DEL MITO
Sobre la mirada… la identidad de cada cual se construye en
el cruce de miradas con el “otro”. Se existe en función de lo que los demás
ven, dicen y estiman de ti.
El ojo
El espejo
La imagen
La mirada no es sólo mirar, porque las hay que no miran a
ninguna parte. Una mirada perdida, por ejemplo, puede indicar reflexión,
ensimismamiento, terror, pasmo, obsesión, ternura,…porque su sentido no procede
del objeto mirado, sino del Interior de quien mira.
La mirada está en las pupilas, pero no es la pupila. Los
ojos son las bóvedas por donde se asoma el Alma a través de la mirada, pero
tampoco la mirada son los ojos.
Hay miradas que dejan el corazón abierto de par en par, que
enseñan lo más profundo. Por eso, en un cruce de miradas se pueden entablar
relaciones tan íntimas, o más, que por medio de palabras.
El Mito, en este caso, nos alerta sobre la Fuerza de la Mirada, especialmente sobre la mirada de terror. Cuando vemos algo terrorífico,
como una película de terror, por ejemplo, nos quedamos petrificados, no sabemos
cómo reaccionar, porque el miedo paraliza como la mirada de Medusa que puede
convertirte en estatua de piedra.
El Héroe no puede caer en la trampa, no debe mirar los ojos
chispeantes del terror. Si sucumbe a la terrorífica mirada, quedará paralizado
y su misión fracasará. El miedo le avisa y le estimula a la acción, en cambio,
el terror lo desarma, lo deja frío, inactivo.
Hay un paso entre el miedo y el terror, son la misma
realidad con distinta intensidad, por eso, no es difícil traspasar el límite y
pasar de Héroe o Heroína aclamad@ a simple hazmerreír.
Perseo, inteligente, pone los medios a su alcance, usa
entonces el escudo como espejo, no sólo con el fin de parar los posibles
golpes, sino también para devolverlos. Es capaz de darle un uso nuevo a un arma
antigua y adecuarla a las condiciones del enemigo de tal manera que su astucia
le salva. Es un Héroe, no por su fuerza, sino por su inteligencia; no por ser
inmune al terror, sino por haberle ganado la partida siendo activo. Como se
suele decir: “Más vale maña que fuerza”
Hay miradas también que nos dejan de piedra y que nos hacen
perder la cabeza. Y es que una cosa lleva a la otra: al quedarnos de piedra nos
resulta casi imposible reaccionar, no podemos pensar, se nos paraliza la razón.
En el Mito de Perseo y Medusa aparecen los dos fenómenos, lo que ocurre es que
quien pierde la cabeza es la propia Medusa, cuya mirada petrifica a quien la
mira. Al esquivar Perseo su mirada, Perseo no pierde la cabeza por Medusa, sino
que es la Gorgona
la que la pierde por Perseo.
Medusa era tan bella que seducía a todo aquel que la miraba,
es decir, que al verla todos quedaban de piedra. Pero al conocer a Perseo, que
no se fijó en ella, se enamoró de él tan locamente que ella misma se dilapidó.
Lo que le ocurrió a Medusa, les ocurre a las personas que
están acostumbradas a dominar o seducir con su mirada, a que todos los que las
miran queden petrificados, se postren a sus pies y estén a su merced.
Generalmente, no pierden la cabeza por los que caen en sus garras, sino
justamente por los que no se dejan seducir. Un “don Juan” o “doña Juana” sólo
pierde la cabeza por la presa que ha burlado su trampa, entonces pierde el
control y se siente desfallecer porque su mirada no logra petrificarla. ¿Será
por todo eso que cuando perdemos la cabeza se nos queda la mirada petrificada...?
Momento del Círculo de Mujeres "Maywa de Luna" dedicado a Atenea
Miryam, la Diosa que Yo Soy, saluda la Diosa que Tú Eres
cuales son los elementos del mito
ResponderEliminarBendiciones, Verónica
EliminarLos elementos del Mito son Perseo, Medusa y la Mirada.
Gracias a este Mito, accedemos a aquello que el espanto tiene de más extremo. Se trata de ese instante imprevisto en el que nuestra mirada deja de ser activa, escudriñadora, para ser pasiva; se ve ella misma embargada, penetrada, observada. En efecto, ella es penetrada por la aparición primera (la epifanía) de nuestra propia muerte, sin que siquiera lleguemos a preverla ni a anticiparla, puesto que ello constituiría ya una iniciativa y una acción. Esta aparición nos toma por completo, nos inmoviliza, nos paraliza, nos priva de vida, nos transforma en piedra o en sombra y comienza a introducirnos en el reino de los muertos.
En sentido inverso, la historia de Perseo también nos permite acceder al ejemplo de alguien que escapa del espanto. Perseo es aquel que está prevenido y preparado; es el que utiliza las mismas armas de su adversaria (rapidez, invisibilidad, control de la mirada) para Triunfar sobre la muerte. Volverá a su estado anterior pero tras haber sido él mismo, en el espacio de un instante, liviano y rápido como una sombra e inalcanzable como un reflejo. Se librará de la muerte, pero de ahora en adelante ya sabe de qué se trata.
Hay Miradas y miradas.
Námaste