Había en un prado solitario una bonita Violeta que vivía, satisfecha,
entre sus compañeras.
Cierta mañana, alzó su cabeza y vio una Orquídea que se alzaba, por encima de ella, radiante y orgullosa.
Gimió la Violeta diciendo:
Poca suerte he tenido entre las flores. ¡Humilde es mi destino!
¡Vivo pegada a la tierra y no puedo levantar mi cara hacia el sol
como lo hacen las Orquídeas!
Y
- Te suplico, Madre Tierra Poderosa - dijo la linda Violeta -, que me transformes en Orquídea, tan siquiera por un día.
- Transfórmame en una Orquídea esbelta - insistió la linda Violeta-. Y todo lo que me acontezca será consecuencia de mis propios deseos y aspiraciones.
La Madre Naturaleza extendió su mágica mano y la linda Violeta se transformó en una suntuosa Orquídea...